4.04.2010

Sincerely, Spain

Me encuentro a 3000 km de mi país y lo único que puedo decir es que lo echo mucho de menos.
Cuando piensas en irte, en probar nuevas cosas, probarte a ti mismo y de alguna manera someter a prueba también a tu país... siempre esperas lo mejor, esperas encontrar algo maravilloso, que te sorprenda, que te agrade y que te haga pensar en la buena decisión que has tomado.
Sin embargo, para mí no ha sido así, o al menos no al 100%
Despues de 4 días, he de decir, que he pasado muchas horas sentada en el sofá de la que es ahora mi casa, pensando en lo mucho que me gustaría estar de vuelta.
Es cierto, quizás es el principio, pero la verdad es que ya he vivido en esta ciudad durante 3 meses y sé cómo es, y por eso pensé que sería bonito volver y encontrarme tan cómoda como lo estuve antes, pero quizás las circunstancias y el fondo ahora no es el mismo al de antes y esto ya no tiene esa luz que me pareció ver en otro momento.
Cuando pienso en España, puedo enunciar un montón de cosas que no me gustan y que me parece que estaría genial si fuesen como en otros países, porque la verdad, nos hace falta avanzar (o retroceder más bien) en algunas cosas. Podría escribir una lista, pero me parece que cada uno tiene un punto de vista personal y no llevaría a ningún lado, pero, lo que sin duda me gustaría subrayar, es que lo más me gusta de mi país son las sonrisas.
La sonrisa de esa mujer que se sienta enfrente de ti en el autobús, o de la que espera a que el semáforo se ponga en verde a tu lado. Esa sonrisa pícara de un niño comiendo una gominola, o la sonrisa de su padre cuando ve que le prestas atención a su hijo.
Aquí, la gente no sabe lo que es una sonrisa, y me hace sentir pena, por mi que no puedo disfrutarlas, y por ellos porque no van a disfrutarlas nunca.

Hoy he visto este vídeo, de Matthew Brown y me ha sacado una sonrisa :)


Sincerely, Spain from Matthew Brown on Vimeo.